14º Domingo ordinario: Lc 10,
1-12 y 17-20
El Papa Francisco está llamando a la
Iglesia a salir de sí misma olvidando miedos e intereses propios, para ponerse
en
contacto con la vida real de las gentes y hacer presente el Evangelio allí
donde los hombres y mujeres de hoy sufren y gozan,
luchan y trabajan.
Con su
lenguaje inconfundible y sus palabras vivas y concretas, nos está abriendo los
ojos para advertirnos del riesgo de
una Iglesia que se asfixia en una actitud
autodefensiva: “cuando la Iglesia se encierra, se enferma”; “prefiero mil veces
una
Iglesia accidentada a una que esté enferma por encerrarse en sí misma”.
La
consigna de Francisco es clara: “La Iglesia ha de salir de sí misma a la
periferia, a dar testimonio del Evangelio y a
encontrarse con los demás”. No
está pensando en planteamientos teóricos, sino en pasos muy concretos:
“Salgamos de
nosotros mismos para encontrarnos con la pobreza”.
El Papa sabe
lo que está diciendo. Quiere arrastrar a la Iglesia actual hacia una renovación
evangélica profunda. No es
fácil. “La novedad nos da siempre un poco de miedo,
porque nos sentimos más seguros, si tenemos todo bajo control, si
somos
nosotros los que construimos, programamos y planificamos nuestra vida según
nuestros esquemas, seguridades y
gustos”.
Pero Francisco no tiene miedo a la
“novedad de Dios”. En la fiesta de Pentecostés ha formulado a toda la Iglesia
una
pregunta decisiva a la que tendremos que ir respondiendo en los próximos
años: “¿Estamos decididos a recorrer caminos
nuevos que la novedad de Dios nos
presenta o nos atrincheraremos en estructuras caducas que han perdido la
capacidad
de respuesta?
No quiero ocultar mi alegría al ver que el Papa
Francisco nos llama a reavivar en la Iglesia el aliento evangelizador que
Jesús
quiso que animara siempre a sus seguidores. El evangelista Lucas nos recuerda
sus consignas. “Poneos en camino”.
No hay que esperar a nada. No hemos de
retener a Jesús dentro de nuestras parroquias. Hay que darlo a conocer en la
vida.
“No llevéis bolsas, alforjas ni sandalias de repuesto”. Hay que salir a
la vida de manera sencilla y humilde. Sin
privilegios ni estructuras de poder.
El Evangelio no se impone por la fuerza. Se contagia desde la fe en Jesús y la
confianza
en el Padre.
Cuando entréis en una casa, decid: “Paz a esta casa”.
Esto es lo primero. Dejad a un lado las condenas, curad a los
enfermos,
aliviad los sufrimientos que hay en el mundo. Decid a todos que Dios está cerca
y nos quiere ver trabajando por
una vida más humana. Esta es la gran noticia
del reino de Dios.
(J.A. Pagola)
Nota
El miércoles 4 de julio, el
Papa Francisco se reunió con Daniel Scioli, gobernador de Buenos Aires. Scioli
se mostró muy impresionado al ver que el papa se sentía tocado con la idea del
viaje que realizará el próximo lunes a la isla de Lampedusa, lugar de
desembarques de migrantes clandestinos que llegan a Europa cruzando el mar
Mediterráneo en busca de refugio o mejores condiciones de vida, provenientes
desde África o Medio Oriente. De los cuales decenas de miles han muerto en los
naufragios.
“Nos contó que él estaba rezando cuando le vino la idea
de Lampedusa y se dijo 'Tengo que ir allí'”. “Porque quiere estar con esa
gente, rezar con ellos y por tantos muertos” narró el gobernador.
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