16º Domingo:Mc 6, 30-34: “Sintió compasión de ellos”
Después del envío en misión, los
apóstoles vienen a contar a Jesús “todo lo que habían hecho y enseñado”. A
continuación aparece un maravilloso rasgo humano de Jesús: los convida a
descansar y a comer algo. Y se marchan a un lugar apartado y tranquilo. Sin
embargo, la gente se da cuenta y la multitud se les adelanta. Adiós descanso y
tranquilidad: lo primero para Jesús es atenderlos. Marcos dice que a Jesús, le
dio lástima la gente (“se conmociona”,
“se conmueve hasta las entrañas”), porque andaban como ovejas sin
pastor.
La imagen de Jesús “buen Pastor” es la
que está presente en los inicios de la representación iconográfica de la
Iglesia, en la primera mitad del siglo III (se ha descubierto esa imagen en las
catacumbas). Representa una actitud fundamental o básica de Dios por el hombre
y explicitada por Jesús. “Jesús
parece estar recordando las palabras pronunciadas por el profeta Ezequiel seis
siglos antes: en el pueblo de Dios hay ovejas que viven sin pastor: ovejas
«débiles» a las que nadie conforta; ovejas «enfermas» a las que nadie cura;
ovejas «heridas» a las que nadie venda. Hay también ovejas «descarriadas» a las
que nadie se acerca y ovejas «perdidas» a las que nadie busca (Ezequiel 34).” Tal vez es una crítica de Jesús a los
dirigentes políticos y religiosos de Israel que dispersan y extravían a su
pueblo. En todo caso, podemos percibirlo como una invitación a que tengamos
también entre nosotros la misma actitud fundamental de compasión, de misericordia,
de amor solidario.
(Con la “constantinización de la Iglesia a partir del siglo
IV, prevalecerá la imagen del Cristo “Pantocrator” y se aplicarán en la
liturgia los títulos reservados al emperador: “todopoderoso”, Cristo coronado,
glorioso y triunfador etc. Se sacraliza la figura del pastor y se ensalza a la
jerarquía).
Al ver la
muchedumbre, Jesús siente compasión de ellos, porque están hambrientos, o están
cansados, o porque están desorientados. En todo caso Jesús los ve con los ojos
de la misericordia de Dios. Jesús es movido a compasión desde adentro, es
decir, se conmueve hasta las entrañas y, en consecuencia, debe actuar
solidariamente. Con esa misma mirada ve al leproso que solicita su curación (Mc
1, 41), a la muchedumbre que no tiene nada que comer (Mc 8, 2), y al niño
enfermo de epilepsia (Mc 9, 22). Ve, siente y desarrolla la capacidad de
compadecerse. Es lo que llamamos misericordia, que es lo mismo que decir,
acción de solidaridad, amor desinteresado a las personas que sufren. El sufrimiento
de la multitud no es indiferente a la mirada de Jesús. Todo lo contrario. Jesús
es sensible a las situaciones de dolor y de sufrimiento humano. Esta
misericordia que nace en las entrañas lleva a superar el egoísmo y la
insolidaridad y hace posible el nacimiento de una nueva familia humana.