Fiesta de Corpus Christi: Lc 9, 11-17
HACER MEMORIA DE JESÚS
Al narrar la última Cena de Jesús con sus
discípulos, las primeras generaciones cristianas recordaban el deseo expresado
de manera solemne por su Maestro: «Haced esto en memoria mía». Así lo recogen
el evangelista Lucas y Pablo, el evangelizador de los gentiles.
Desde su origen, la Cena del Señor ha
sido celebrada por los cristianos para hacer memoria de Jesús, actualizar su
presencia viva en medio de nosotros y alimentar nuestra fe en él, en su mensaje
y en su vida entregada por nosotros hasta la muerte. Recordemos cuatro momentos
significativos en la estructura actual de la misa. Los hemos de vivir desde
dentro y en comunidad.
La escucha del Evangelio. Hacemos memoria
de Jesús cuando escuchamos en los evangelios el relato de su vida y su mensaje.
Los evangelios han sido escritos, precisamente, para guardar el recuerdo de Jesús
alimentando así la fe y el seguimiento de sus discípulos.
Del relato evangélico no aprendemos
doctrina sino, sobre todo, la manera de ser y de actuar de Jesús, que ha de
inspirar y modelar nuestra vida. Por eso, lo hemos de escuchar en actitud de
discípulos que quieren aprender a pensar, sentir, amar y vivir como él.
La memoria de la Cena. Hacemos memoria de
la acción salvadora de Jesús escuchando con fe sus palabras: "Esto es mi
cuerpo. Vedme en estos trozos de pan entregándome por vosotros hasta la
muerte... Éste es el cáliz de mi sangre. La he derramado para el perdón de
vuestros pecados. Así me recordaréis siempre. Os he amado hasta el
extremo".
En este momento confesamos nuestra fe en
Jesucristo haciendo una síntesis del misterio de nuestra salvación:
"Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. Ven, Señor Jesús".
Nos sentimos salvados por Cristo nuestro Señor.
La oración de Jesús. Antes de comulgar,
pronunciamos la oración que nos enseñó Jesús. Primero, nos identificamos con
los tres grandes deseos que llevaba en su corazón: el respeto absoluto a Dios,
la venida de su reino de justicia y el cumplimiento de su voluntad de Padre.
Luego, con sus cuatro peticiones al Padre: pan para todos, perdón y
misericordia, superación de la tentación y liberación de todo mal.
La comunión con Jesús. Nos acercamos como
pobres, con la mano tendida; tomamos el Pan de la vida; comulgamos haciendo un
acto de fe; acogemos en silencio a Jesús en nuestro corazón y en nuestra vida:
"Señor, quiero comulgar contigo, seguir tus pasos, vivir animado con tu
espíritu y colaborar en tu proyecto de hacer un mundo más humano".
(J A Pagola)