4º Domingo ordinario: Lc 4, 21-30
Pronto pudo
ver Jesús lo que podía esperar de su propio pueblo. Los evangelistas no nos han
ocultado la resistencia, el escándalo y la contradicción que encontró Jesús muy
pronto, incluso en los ambientes más allegados.
Su actuación
libre y liberadora resultaba demasiado molesta y acusadora. Su comportamiento
ponía en peligro demasiados intereses.
Jesús lo
comprende así con toda lucidez. Es difícil que un hombre que se pone a actuar
escuchando fielmente a Dios sea bien aceptado en un pueblo que vive de espaldas
a El. «Ningún profeta es bien mirado en su tierra».
Los
creyentes no lo debiéramos olvidar. No se puede pretender seguir fielmente a
Jesús y no provocar, de alguna manera, la reacción, la extrañeza, la crítica y
hasta el rechazo de quienes, por diversos motivos, no pueden estar de acuerdo
con un planteamiento cristiano de la vida.
¿No somos
los creyentes demasiado «normales» y demasiado bien aceptados en una sociedad
que no es tan normal ni tan aceptable cuando se miran las cosas desde la fe?
¿No nos sentimos demasiado a gusto y bien adaptados?
Nos da miedo
ser diferentes. Hace mucho tiempo que está de moda «estar a la moda». Y no sólo
cuando se trata de adquirir el traje de invierno o escoger los colores de
verano. El «dictado de la moda» nos impone los gestos, las maneras, el
lenguaje, las ideas, las actitudes y las posiciones que debemos defender.
Se necesita
una gran dosis de coraje y de valor para ser fiel a las propias convicciones,
cuando todo el mundo se acomoda y adapta "a lo que se lleva".
Es más fácil
vivir sin un proyecto de vida personal, dejándose llevar por los
acontecimientos y los convencionalismos sociales. Es más fácil instalarse
cómodamente en la vida y vivir superficialmente según lo que nos dicten desde
fuera.
Al comienzo,
quizás, uno escucha todavía una voz interior que le dice que no es ése el
camino acertado para crecer como persona ni como creyente. Pero, pronto nos
tranquilizamos. No queremos pasar por «un anormal», «un extraño» o «un loco».
Se está más seguro sin distanciarse del rebaño.
Y así
seguimos caminando. En rebaño. Mientras desde el evangelio se nos sigue
invitando a ser fieles a nuestras convicciones creyentes, incluso cuando puedan
acarrearnos la crítica y el rechazo dentro de nuestra misma clase social,
nuestro propio partido, el círculo profesional y social en el que nos movemos y
hasta en el entorno más cercano de nuestros amigos y familiares.
José Antonio Pagola
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