15 de agosto: ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA
Lc 1, 39-56
A penas María
ha recibido la extraordinaria noticia invitándola a ser la Madre del Señor, se
olvida de sí misma, se pone en camino y a toda prisa se dirige a la provincia
de Judea, cruzando todo el país a través de las montañas de Samaría, para
acompañar a su anciana prima Isabel que tiene 6 meses de embarazo. Así el
evangelista destaca en ella su actitud de pronto servicio.
El encuentro
de María con su pariente está bajo el signo del Espíritu al igual que el encuentro
con el ángel en la anunciación.
El Espíritu
de Dios está actuando, “renovando la faz de la tierra”, cambiando el curso de
la historia. No va a ser una intervención portentosa ni con grandes
manifestaciones y medios muy llamativos. Al contrario. Todo está bajo el signo
de la sencillez, pero con un potente mensaje de vida y de esperanza para los
pobres de la tierra.
Esa va a ser
la tónica de uno de los más bellos cantos de toda la Biblia: el Magnificat.
“Mi alma canta la grandeza del Señor y mi espíritu
se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque él miró con bondad la pequeñez
de su servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz, porque
el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es Santo!”
María representa
el Israel fiel a Dios y a su alianza; por su boca alaba a Dios por su fidelidad
y el cumplimiento de sus promesas: la venida del Mesías ya realizada en su
persona.
La promesa
hecha a Abraham y a su descendencia, la alianza concluida con Moisés para liberar
al pueblo de la esclavitud de Egipto, concluyen ahora como intervención
definitiva de Dios en la historia, en la humilde persona de María.
Los grandes
hitos de la liberación de Israel están condensados en “las grandes cosas” que
Dios ha hecho en favor de María (el pequeño Israel fiel).
En el
compromiso activo de Dios a favor de su pueblo, éste reconoce que su nombre es
Santo. Hoy también en nuestro compromiso y nuestra solidaridad con los sufridos
de la tierra, éstos reconocerán que el nombre de Dios es Santo. Es el
testimonio de la Iglesia que esperan los pobres de la tierra. Es el gran
testimonio que el Hogar de Cristo está llamado a dar a los que sufren hoy en
medio de nosotros para que también ellos puedan reconocer y alabar las cosas
grandes del Señor y proclamar su santo Nombre.
La segunda
estrofa del Magnificat anuncia proféticamente el futuro de la humanidad
desheredada: podemos contemplar aquí a los casi dos tercios de la humanidad que pasan hambre.
“Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a
los soberbios de corazón. Derribó a los poderosos de su trono y elevé a los
humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las
manos vacías.”
El proyecto
de Dios no se derrumba a pesar de las grandes injusticias. Dios ha intervenido
y sigue interviniendo para defender los intereses de los pobres y desbaratar
los planes de los ricos y poderosos. El cántico de María es él de los débiles,
de los sufridos, de los marginados
y desheredados, de los “sin voz”, de todos los excluidos de los beneficios y
los bienes de la tierra. Anuncia lo que proclamará Jesús en las
bienaventuranzas: “Felices los pobres, porque a ustedes pertenece el Reino de
Dios”.
Es lo que
anuncia la tercera estrofa: el futuro y no muy lejano cumplimiento de las
promesas:
“Socorrió a Israel, su servidor, acordándose
de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, a favor de
Abraham y de su descendencia para siempre”.
Hoy es
nuestro compromiso por un mundo más justo y más solidario que es signo del cumplimiento de las promesas.
No hay que
esperar que nos sacuda un rayo sino ponernos pronto en camino, al ejemplo de
María, para ayudar y servir y proclamar así la Santidad del nombre de Dios en
medio de nuestros hermanos.
La fiesta de
la Asunción que celebramos hoy es la confirmación definitiva de que nuestra
esperanza tiene sentido. Esta vida, aunque parezca enferma de muerte, en realidad está preñada de
vida. Es la vida del Resucitado que se manifiesta ya en nosotros y en primer
lugar en María, Madre de Jesús y Madre nuestra.
Que ella nos
bendiga y nos acompañe en nuestro compromiso solidario de cada día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario