sábado, 21 de julio de 2012


16º Domingo:Mc 6, 30-34: “Sintió compasión de ellos”

Después del envío en misión, los apóstoles vienen a contar a Jesús “todo lo que habían hecho y enseñado”. A continuación aparece un maravilloso rasgo humano de Jesús: los convida a descansar y a comer algo. Y se marchan a un lugar apartado y tranquilo. Sin embargo, la gente se da cuenta y la multitud se les adelanta. Adiós descanso y tranquilidad: lo primero para Jesús es atenderlos. Marcos dice que a Jesús, le dio lástima la gente (“se conmociona”,  “se conmueve hasta las entrañas”), porque andaban como ovejas sin pastor.

La imagen de Jesús “buen Pastor” es la que está presente en los inicios de la representación iconográfica de la Iglesia, en la primera mitad del siglo III (se ha descubierto esa imagen en las catacumbas). Representa una actitud fundamental o básica de Dios por el hombre y explicitada por Jesús. “Jesús parece estar recordando las palabras pronunciadas por el profeta Ezequiel seis siglos antes: en el pueblo de Dios hay ovejas que viven sin pastor: ovejas «débiles» a las que nadie conforta; ovejas «enfermas» a las que nadie cura; ovejas «heridas» a las que nadie venda. Hay también ovejas «descarriadas» a las que nadie se acerca y ovejas «perdidas» a las que nadie busca (Ezequiel 34).” Tal vez es una crítica de Jesús a los dirigentes políticos y religiosos de Israel que dispersan y extravían a su pueblo. En todo caso, podemos percibirlo como una invitación a que tengamos también entre nosotros la misma actitud fundamental de compasión, de misericordia, de amor solidario.
(Con la “constantinización de la Iglesia a partir del siglo IV, prevalecerá la imagen del Cristo “Pantocrator” y se aplicarán en la liturgia los títulos reservados al emperador: “todopoderoso”, Cristo coronado, glorioso y triunfador etc. Se sacraliza la figura del pastor y se ensalza a la jerarquía).
Al ver la muchedumbre, Jesús siente compasión de ellos, porque están hambrientos, o están cansados, o porque están desorientados. En todo caso Jesús los ve con los ojos de la misericordia de Dios. Jesús es movido a compasión desde adentro, es decir, se conmueve hasta las entrañas y, en consecuencia, debe actuar solidariamente. Con esa misma mirada ve al leproso que solicita su curación (Mc 1, 41), a la muchedumbre que no tiene nada que comer (Mc 8, 2), y al niño enfermo de epilepsia (Mc 9, 22). Ve, siente y desarrolla la capacidad de compadecerse. Es lo que llamamos misericordia, que es lo mismo que decir, acción de solidaridad, amor desinteresado a las personas que sufren. El sufrimiento de la multitud no es indiferente a la mirada de Jesús. Todo lo contrario. Jesús es sensible a las situaciones de dolor y de sufrimiento humano. Esta misericordia que nace en las entrañas lleva a superar el egoísmo y la insolidaridad y hace posible el nacimiento de una nueva familia humana.