miércoles, 16 de mayo de 2012

Ascención de Nuestro Señor


La Ascención del Señor: Mc 16, 15-20

El evangelio de Marcos empieza: “Buena noticia de Jesús, el Mesías, Hijo de Dios”. Termina con el mandato final de Jesús resucitado: “Vayan al mundo entero y proclamen la Buena noticia a toda la creación”. El lector o oyente del evangelio ahora sabe que la Buena noticia es el mismo Jesús, toda su persona y su peculiar manera de actuar y hablar, siempre buscando dar vida nueva a las personas privadas de una vida digna.
“Jesús no crea un círculo cerrado de seguidores centrados en la veneración del maestro tras su muerte, ni una religión nueva basada en el culto a Dios como centro y eje de todo, ni siquiera un círculo o comunidad de orantes dedicados a pedir a Dios por la conversión de los pecadores. No. Más bien, invita a los miembros de su comunidad, a sus discípulos, a los que llama hermanos, a salir de la comunidad y abrirse al mundo sin distinción de raza ni lengua para proclamar la buena noticia, esto es, que es posible una sociedad alternativa en la que se favorezca la vivencia de aquellos valores humanos que hacen de las personas seres libres, solidarios, iguales, y capaces, llegado el caso, de amar hasta dar la vida. El que dé la adhesión a este programa de vida, hallará la verdadera vida (se salvará); el que no, viviendo, estará abocado a una vida sin hondura ni profundidad (se condenará). Así de fácil. Los que se adhieran a este estilo de vida que es el de Jesús podrán hacer lo imposible: liberarán a las personas de las ideologías opresoras (echarán demonios en mi nombre), tendrán una capacidad de comunicación antes nunca vista (hablarán lenguas nuevas), quedarán inmunes a todo veneno mortal que acabe con la vida verdadera (tomarán serpientes en la mano y, si beben algún veneno, no les hará daño) y, sobre todo, aliviarán el dolor de todos los que sufren, dándoles vida (pondrán las manos a los enfermos y quedarán sanos). Esta y no otra es la misión del cristiano en el mundo. Es curioso que Jesús no les encomiende ningún tipo de culto, rito o práctica religiosa y que no les hable en esta última recomendación de su relación con Dios. Y es que Jesús entiende que Dios se encuentra en el ser humano y que cada vez que se anuncia esta buena noticia y se pone en práctica, se está rindiendo culto a ese Dios que ya no está en el cielo, sino en lo hondo del corazón humano. Ese Dios que en Jesús se ha hecho hombre para que los seres humanos lleguen a ser hijos suyos, esto es, como dioses.
Después de estas recomendaciones Jesús se fue con Dios y nos dejó la tarea de continuar la misión liberadora de la humanidad”.