jueves, 24 de febrero de 2011

27 de febrero de 2011: 8º Domingo ordinario: Mt 6, 24-34

8º Domingo ordinario: Mt 6, 24-34

Durante 6 domingos seguidos, el evangelio es tomado del gran discurso de Jesús que se inicia con las Bienaventuranzas (4º Domingo ordinario) y termina el próximo domingo con la descripción de los verdaderos discípulos de Jesús.

La tónica del discurso está dada por el tema: ¿“a quienes pertenece el Reino de los Cielos o el Reino de Dios”? Es la clave de lectura de ese gran discurso de Jesús.

Más que un discurso moralizante, el evangelista pone en boca de Jesús quién y cómo es Dios su Padre y nuestro Padre. Jesús con sus palabras, actitudes y gestos hace presente el Reino de Dios, es decir el amor y la solidaridad incondicional de Dios por el ser humano y especialmente los humildes y pequeños para darles vida en abundancia. Además, la primera lectura nos hace ver algo maravilloso y bastante único en la Biblia: ¡Dios es comparado con una madre! “¿Acaso olvida una mujer a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo de sus entrañas?”  “Pues aunque ésas llegaran a olvidar, yo no te olvido.”
 Que el discípulo y su corazón se dejen moldear por ese maravilloso Dios Padre-Madre. Así se concluyó el domingo pasado que “seamos buenos como es del todo bueno nuestro Padre celestial” y agreguémosle hoy la insuperable ternura del Dios Madre de la primera lectura.

Lo mismo que el domingo pasado, el lenguaje de este evangelio nos puede parecer poco realista y contra cultural. ¡Y de verdad lo es! El evangelio es “Buena Nueva” en un mundo torcido, desquiciado y que no busca precisamente “primero el Reino de Dios y su justicia”. El mundo busca primero “el dinero”, la riqueza, y la satisfacción de nuestras necesidades …bastante más allá de lo que realmente necesitamos. Es así que el tormento de la obesidad afecta a buena parte de nuestra población y que las damas están inmisericordiosamente sometidas a las competitivas exigencias de la moda. Sobran ejemplos de numerosas necesidades que se nos imponen muy ingeniosamente. De modo que la preocupación por la vida o tener nuestro corazón centrado en esta preocupación y los puros afanes y modas de este mundo, nos hacen ser más bien adoradores de Mamón (Dinero) que de Dios. Para más prueba, allí está en todas partes el gran éxito del “retail” con sus verdaderas “catedrales” de adoración del consumo y donde el abandono en el Dios Padre-Madre (la Providencia) no tiene precisamente su tienda.

El Dios de Jesús nos manda “buscar primero el Reino de Dios y su justicia” en este nuestro mundo actual y real. Esta es “la voluntad de mi Padre que está en los cielos”, tema que veremos el próximo domingo para encontrar orientación, sentido y plenitud a nuestra vida, según el evangelio.