sábado, 30 de julio de 2011

Domingo 31 de julio: Mateo 14, 13-21 y festividad de San Ignacio de Loyola






Domingo 18º: Mt 14, 13-21

Celebramos hoy la fiesta de San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús y desde luego de la espiritualidad que lleva su nombre. San Ignacio era un hombre con un profundo sentido de Dios que lo llevaba a buscarlo y hallarlo en todas las cosas. El P. Nadal resumió esa mística con la fórmula “ser contemplativo en la acción”. Es una fórmula paradójica, porque tradicionalmente se consideraba la contemplación y la acción como momentos separados y muy distintos: la contemplación era dirigirse directamente a Dios por la oración y podía transformarse en una forma de vida, la vida contemplativa. Mientras la acción era dirigirse a los hombres: la acción apostólica de la vida activa. Simplificando mucho, se podría imaginar la espiritualidad ignaciana como el punto de intersección de una línea vertical (contemplación) con una horizontal (acción). La genialidad de esa visión consiste en superar cierto dualismo y en dar mejor cuenta del misterio de la encarnación.

 San Ignacio concluye el laborioso itinerario de sus Ejercicios Espirituales con la contemplación para alcanzar amor. Esa contemplación está enriquecida de todo el misterio de Cristo y pide como gracia final el “poder en todo amar y servir a su divina majestad”. De este modo,  lo más mínimo de la vida puede ser un continuo ejercicio de amor en la medida que sea un continuo servicio. Ese amor-servicio es manifestación de Cristo salvador como encarnación de lo que Dios quiere aquí y ahora (ver Mt. 20, 38: Jesús que ha venido para servir y dar su vida en rescate por muchos).

Ahora bien, ¿cuales son las acciones dónde hoy debiera expresarse preferentemente el “amor-servicio”?
Hace unos treinta y seis años atrás, a los diez años de haberse terminado el Concilio Vaticano II, la Compañía de Jesús se preguntó por su misión en el mundo de hoy. Como respuesta salió el importante documento del servicio de la fe y la promoción de la justicia. “La misión de la Compañía de Jesús hoy es el servicio de la fe, del que la promoción de la justicia constituye una exigencia absoluta, en cuanto forma parte de la reconciliación de los hombres exigida por la reconciliación de ellos mismos con Dios”. La urgencia de esa misión viene por la constatación que “nuestro mundo, caracterizado por una interdependencia creciente, está sin embargo dividido por la injusticia, injusticia no sólo de las personas, sino encarnada también en las instituciones y las estructuras socio-económicas, que dominan la vida de las naciones y de la comunidad internacional”.

Una de las grandes injusticias hoy es el hambre que sufren muchas personas. Las Naciones Unidas estiman que mueren diariamente 70.000 personas de hambre y enfermedad. Y sin embargo, se producen diariamente más alimentos de lo que se requiere para la satisfacción de todos. Entonces, ¿quién es responsable de que muere diariamente tanta gente inocente? En estos días, la prensa nos muestra el drama de la hambruna en el cuerno de África:  más de 12 millones de seres humanos sufren una muy severa hambruna (Somalia, norte de Kenia y sur de Etiopía). Los niños son las  grandes víctimas. En nota adjunta se puede leer un dramático relato de esa situación. (1)[i]

En el evangelio de hoy vemos que Jesús se enfrentó con  situaciones muy duras. Aquello no era un mundo de paz bucólica. La gente estaba angustiada y abatida como ovejas sin pastor (9, 36). La muchedumbre que lo rodeaba sufría enfermedades y padecía hambre. Nos dice el evangelio de hoy que el dolor y el sufrimiento de la gente le tomaban hasta las tripas. Por eso se puso a aliviarles de sus dolencias. Porque esa era la misión de Jesús: aliviar el sufrimiento humano para manifestar el amor – misericordia de Dios, su Padre y nuestro Padre.
Los discípulos no están en esta perspectiva de amor-servicio de Jesús y buscan despedir a la multitud y que vayan a comprarse alimentos. Comprar significa volver a la sociedad de la que proceden para someterse otra vez a las leyes de mercado que los han mantenido en la miseria. A la propuesta de comprar de los discípulos, Jesús les invita a dar de comer a la gente. Replican con la insuficiencia del recurso disponible: 5 panes y dos pescados. Pero 5 más 2 suman 7, cifra bíblica de plenitud.

Conocemos el resto del relato. Ayudará leerlo como una metáfora más que una interpretación literal. La metáfora nos dice que el amor-servicio pedido y  bendecido por Jesús y al cual se convirtieron los discípulos en la acción solidaria del reparto,  alivia el hambre de la gente y procura su felicidad.
La lección que deja Jesús es que  el amor-servicio manifestado en compartir todo lo que se tiene asegura la abundancia y libera del dolor y sufrimientos que imponen una sociedad injusta.

Desde luego podemos profundizar nuestra lectura y percibir aquí una alusión al pan de la eucaristía: “este es mi cuerpo entregado por ustedes: hagan esto en conmemoración mía”. El don total de Jesús invita al don total de la comunidad. En estos gestos sacramentales se manifiesta el advenimiento de la nueva humanidad conforme al proyecto de Dios.






[i] MOGADISCIO, jul (IPS) – Cuando el Programa Mundial de Alimentos (PMA) envió esta semana la primera parte de un paquete de ayuda a Somalia, ya era demasiado tarde para Farah, el hijo de dos años de Qadija Ali. Murió en los brazos de su madre durante el viaje de 16 días que ella y sus otros ocho hijos hicieron hasta Mogadiscio desde una aldea azotada por la sequía en el distrito de Wanlaweyn, en la sureña región de Baja Shabelle. “Lo llevé todo el día muerto, y yo pensé que sólo estaba dormido. No teníamos nada para darle, ni agua ni comida por tres días”, dijo conmovida a IPS en el campamento de Badbado, en las afueras de la capital somalí. La familia de Ali llegó a tener 50 cabezas de ganado, 20 cabras y cinco camellos antes del comienzo de la sequía en el sur de Somalia hace dos años. Era una de las familias más ricas en la región. “Comenzó como una escasez de agua en las primeras temporadas, y luego no hubo más lluvia. El pasto se secó, los pozos y ríos también. Nuestros animales comenzaron a morir uno tras otro y no había pasturas ni agua para ellos”, contó esta mujer mientras cargaba a otro de sus hijos, débil y desnutrido. El campamento de Badbado, que en somalí significa “rescate”, es el mayor asentamiento de la capital para los desplazados por la sequía. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) informó que actualmente el sitio alberga a unas 28.000 personas, aproximadamente 5.000 familias. Pero Ali no tiene a todos sus seres queridos en el campamento. Su esposo quedó en la aldea para cuidar las pocas pertenencias que les quedaban, mientras ella y sus hijos viajaban junto a otras cientos de familias para escapar del hambre y buscar ayuda. Ella no ha sabido nada más de él. En tanto, la asistencia ha llega muy tarde para algunos. Muchos niños y niñas arriban al campamento demasiado débiles y desnutridos como para poder ser salvados por los médicos. Algunos han pasado varios días sin alimentos ni agua. La mayoría tienen un físico muy pequeño para su edad: los de tres años tienen la estatura de un niño de uno. “Llegan aquí exhaustos y muy débiles por el hambre. Dos o tres niños y adultos mueren cada semana en Mogadiscio, pero no hay estadísticas exactas, ya que los campamentos están ubicados en diversos lugares de la ciudad” y es difícil reunir la información, dijo a IPS Muna Igeh, enfermera en Badbado, mientras atendía a uno de los pequeños desnutridos.
Daahir Gabow, padre de siete hijos, tuvo que ver sucumbir a dos de sus pequeños por desnutrición poco después de haber llegado a Mogadiscio. Dijo que los médicos y las enfermeras en el Hospital Bandair, uno de los principales centros de salud de Mogadiscio, hicieron todo lo posible para salvar la vida de su hija, pero “el destino hizo lo suyo”.
Gabow señaló que él y su familia intentaron afrontar la sequía, pero fue inútil. “Quisimos capear la sequía como lo habíamos hecho en otras ocasiones, pero nuestro ganado no pudo sobrevivir. Muchos de nuestros vecinos comenzaron a irse luego de perder su ganado, así que entendimos que era tiempo de partir”, contó Gabow mientras se preparaba para el entierro de su pequeña. “Caminamos durante 21 días. Comimos y bebimos lo que pudimos hallar, y dormimos donde nos encontrábamos cuando el sol se ponía. Esto nunca lo había visto, ni mi padre me contó jamás que le hubiera pasado a él. Son momentos de prueba, así que debemos ser pacientes y fuertes”, señaló.
Elhadji As Sy, director regional del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) para África oriental y austral, indicó que el hambre suponía una “crisis de supervivencia para los niños”. Somalia es el país más afectado por una severa sequía que azota al Cuerno de África y que ha dejado a unas 11 millones de personas en urgente necesidad de ayuda humanitaria.
Kenia, Etiopía y Djibouti también afrontan una crisis, considerada la peor en 60 años. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) estima que un total de 2,23 millones de niños y niñas en Somalia, Kenia y Etiopía sufren desnutrición. El foro mundial informó haber enviado 1.300 toneladas métricas de suministros al sur somalí, incluyendo insumos médicos para atender a 66.000 menores con déficit alimentario.
Mientras, los habitantes del sur somalí siguen abandonando sus hogares. La ONU señaló que por lo menos 100.000 desplazados han llegado a Mogadiscio, de los cuales unos 40.000 lo hicieron apenas el mes pasado. “Durante el último mes, las cifras de Acnur muestran que casi 40.000 somalíes desplazados por la sequía y el hambre han arribado a Mogadiscio en busca de comida, agua, refugio y otro tipo de asistencia”, dijo el martes Vivian Tan, portavoz de la agencia. La ONU estima que el número crece, con un promedio de llegadas diarias de 1.000 personas en julio. Organizaciones no gubernamentales locales están proveyendo también asistencia humanitaria, pero los residentes dicen que ésta es limitada.
El PMA comenzó el 27 de este mes a enviar ayuda por aire a Mogadiscio por primera vez desde que el grupo extremista islámico Al Shabaab prohibió a todas las organizaciones internacionales operar en las regiones que controla. La agencia destinó 14 toneladas de suplementos alimenticios para niños desnutridos en los campamentos de Mogadiscio. David Orr, portavoz de Acnur, dijo a periodistas en la capital somalí que más ayuda llegaría en los próximos días.
(FIN/2011)